sábado, 9 de diciembre de 2023

Los caminos del exceso

 

Excesos. IA


Zapping


  • Los caminos del exceso

 

Por @Vlátido

 

Uno

Autores hay que piensan nuestros tiempos desde el exceso. Marc Augé en Los no lugares lo dice: la sobremodernidad ha producido un exceso de lugares: los antropológicos, los históricos y los no-lugares. Se yuxtaponen, se enciman unos y otros. Los habitamos, transitamos, permanecemos.

            El exceso es signo del capitalismo, de la globalización. Una superposición de espacios y de contenidos, dice Byung-Chul Han en Hiperculturalidad. Sostiene: “El usuario es un turista en la red, que se mueve a través de hiperlinks. Surfear refleja el estado de ánimo que, desde hace tiempo, también tiene efecto por fuera del ordenador. El usuario se encuentra de viaje en el mercado de la red, es decir, en el hipermercado, en el hiperespacio de la información”.

           

 

Dos
La noche del concierto de Garrobos encontré a varias amistades. Nos saludamos efusivamente sin escucharnos. El estruendoso punk, con algo de metal y hardcore mediaba entre nosotros. Atiné a sonreír mientras trataba de leer los labios de mis amigos. Un abrazo y apretón de manos aseguraban la fraternidad. Nada más.

Al terminar el concierto, en la calle, sentía que flotaba. Estoy viejo, le dije a Talita más tarde. Me retumbaban los tamborazos, las guitarras distorsionadas. Dicen que los oídos son el centro de nuestro equilibrio. Apenas distinguía el rumor de los autos del estribillo aquel: ¡a mover la mata, sacude el cráneo! Inundación sonora, exceso de un extraño placer.

Sí --me dijo Talita--, lo estás.

Mira el video: Garrobos en Tuxtla

 

Tres
Escribí en mi bloc de notas que el paisaje de Hermosillo se caracteriza por el predominio del color ocre. Sus casas, construcciones; la calle, pues. Apuntaba mientras el taxista conducía del aeropuerto al centro de la ciudad. Estética del desierto, anoté. Le pregunté al chofer al respecto. Aquí hace mucho calor, me dijo. Supuse que el ocre mantiene frescas las casas.

Me preguntaba por qué, entre la aridez, se come tanta carne. Muy buena carne. ¿Dónde pastan las vacas? Leí en la prensa que la traen de otros estados. De Palenque, me dijo Juan después del concierto de Garrobos, mientras cenábamos. Le platicaba sobre mis comilonas: nunca consumo tanta carne como en Sonora. Con cerveza, además.

Si no me infarto, me deshidrato. El rayo o la raya, pensaba por las noches al sorber de un vaso con sal de uvas.

 

Cuatro
Una espesa neblina me obligó a descender la velocidad del auto. A vuelta de rueda, la fila alcanzó varios cientos de metros. A pesar del tráfico intenso llegamos a tiempo para la presentación del libro Netflix, una pantalla que te saca de aquí, en San Cristóbal.

Escribí un capítulo sobre mis prácticas de consumo cultural. Ahí relato mis primeros atracones o maratones. Las tardes solitarias frente a la pantalla, embelesado. La sucesión vertiginosa de capítulos de Sense8 hasta la media noche. Hasta el tedio.

Una sensación de malestar provoca la carretera. De regreso, ya noche, el exceso de autos, la neblina otra vez al piso, concentran mi mente en el asfalto y en el dolor de cabeza. Pienso en la clase de la mañana siguiente. ¿Cómo salir de aquí?

Léeme en www.zzapping.blogspot.com

Tuiteo como @vlatido

domingo, 22 de octubre de 2023

Homo digitalis

 

Zapping

  • Homo digitalis

Por @Vlátido

Homo digitalis. IA.
 

Uno
Leo. Se trata de La historia del heavy metal de Andrew O’Neill. Es una traducción española. ¡Flipo, joder! Bueno, pueden leer en voz alta imaginando el acento o bien poner aquí un punto y final.

Ahora que leo este libro digo en voz alta:

—Alexa, reproduce “Breaking the law” de Judas Priest.

—Perfecto —responde la voz inteligente.

Inmediatamente suenan los acordes y batacazos. Sigo leyendo, continúo la historia de los orígenes del heavy metal en la vieja Londres. El texto me lleva de Led Zeppelin a Black Sabbath; de Judas Priest a Iron Maiden. Alexa es mi acompañante, complaciente ella, reproduciendo cada hito de la historia jevi.

Pienso en mis prácticas de lectura. La experiencia de leer se ha vuelto transmedia. Esta vez Alexa, la bocina. Leo en un lector electrónico. Bien chido. Complemento la lectura, la de O’Neill, con música. Además, busco información en línea para suplir las notas al pie de página. Salto de un soporte a otro. Así leo.

 

Dos
Me invitaron a presentar mi libro Paradojas de la política cultural. Es raro. Ese libro tuvo mala suerte. Se publicó hacia finales de 2019. Apenas hicimos un par de presentaciones y se vino la pandemia. Los ejemplares impresos quedaron en su caja, a oscuras. Circuló entonces en redes sociales, descargable a través de plataformas.

Es raro, decía, porque no es novedad editorial. Hablé de algunos temas que ahí se abordan: arte, gestión cultural, ciudades creativas. Los asistentes así lo hicieron también. Eso fue una charla, un guateque sin vino ni cervezas.

Advertí a los organizadores que no tenía ejemplares. Los he regalado casi todos a lo largo de estos cuatro años. Está para descarga libre, les dije. Se ofrecieron a crear un código QR con el enlace. Qué maravilla, pensé. Sí, el asombro de lo cotidiano. Otra vez raro: una presentación/comentarios sin libro. Todos hablaron de él en su ausencia, como si fuera un recuerdo.

Al final, varios asistentes se acercaron al código QR que habían pegado en una de las paredes del auditorio. Apuntaron su teléfono y descargaron el libro. ¿Leerán en Kindle, tableta electrónica o en la pantalla de la compu?

 

Tres
Me gusta el futbol. Lo sigo a través de la televisión. Pienso que la liga mexicana es aburrida, pero me descubro estoico. Lo mismo pienso de la Selección Mexicana. Disfruté el empate de El Tri (el de Jimmy, no el de Lora) frente a Alemania y la victoria de las Chivas sobre Puebla; odio el buen paso del América (con la ayuda del árbitro).

Cuando hay futbol en la tele, leo. Un libro, el periódico o las redes sociales. Otra curiosidad: durante los 90 minutos sólo escucho y, de vez en cuando, con el rabillo del ojo, veo el partido. Lo hago si hay alguna jugada de gol, o de peligro. Mientras eso no pase, leo. Pero lo curioso es que detengo la lectura al medio tiempo. Veo los comerciales.

En general, leo mientras miro cualquier cosa. Hace días un compañero de trabajo se quejaba de la falta de atención de sus hijos frente a la televisión, en esos momentos íntimos familiares para ver una película. No la miran, decía. Sólo la escuchan. Lo que hacen es atender el teléfono: un mensaje de WhatsApp, un video de TikTok. Son nuevas prácticas, dije. No abundé, mea culpa.

 

Cuatro
Hace meses que no escribía entradas en mi blog, donde publico este Zapping. El trabajo de escribidor es absorbente, pues antes de hacerlo se procrastina mucho. Qué fea palabra. Postergar se oye mejor. He postergado la escritura.

Casi nadie alimenta un blog. Leía el perfil de Facebook de un periodista. Ex bloguero, decía de sí mismo. Es cierto. La onda es TikTok y los reels de Instagram. Me gusta escribir, lo prefiero. Bloguero aún.

De hecho, en este momento de escritura estoy viendo futbol y escribo la columna en mi teléfono, en el editor de textos de blogger.com.

Así leo, escribo.

 

 

Léeme en www.zzapping.blogspot.com

Tuiteo como @vlatido

 

 

 

domingo, 9 de julio de 2023

La ficción histórica en Chiapas



 Zapping

  • La ficción histórica en Chiapas

Por @Vlátido

 

Uno

El estado de Chiapas, México, tiene una importante tradición respecto a la producción de ficciones históricas, específicamente de novelas. Desde mediados de siglo XIX, época considerada como el nacimiento de la novela histórica y de la literatura de ficción en esta entidad, la historia, el pasado chiapaneco ha sido tema recurrente.

Lo anterior se puede observar con las novelas del escritor decimonónico Flavio Paniagua, quien escribió Una rosa y dos espinas, Florinda, Salvador Guzmán o La cruz de San Andrés, que recuperan las luchas entre liberales y conservadores, quienes se disputaban el poder político y debatían sobre el modelo de nación mexicana y de Estado chiapaneco.

 

Dos

Sin duda lo que ha significado un ciclo de novelas y ficciones ha sido las que recrean los levantamientos indígenas en Chiapas. A lo largo de la historia de esta entidad se han registrado tres grandes rebeliones, a saber: la tzeltal de 1712, la tzotzil de 1869 y la zapatista de 1994. Estos hechos históricos han significado una larga tradición literaria. Es larga porque las novelas que han recreado estos acontecimientos han sido varias, y porque esto ha sucedido desde finales del siglo XIX hasta los albores del XXI.

Respecto a las novelas y ficciones históricas que recrean la rebelión tzeltal de 1712, se hallan Jovel, serenata a la gente menuda (1993), de Heberto Morales Constantino; así como la obra de teatro Los agravios de su ilustrísima (1994), de Alfredo Palacios Espinosa y el guion cinematográfico Los embustes de San Tanás (2005), de Antonio Coello.

Asimismo, sobre la rebelión tzotzil de 1869 se escribieron las novelas Florinda (ca. 1880), de Flavio Paniagua; Oficio de tinieblas (1962), de Rosario Castellanos, y Los confines de la utopía (1992), de Alfredo Palacios Espinosa.

Finalmente, sobre la rebelión zapatista de 1994 se han escrito Canción sin letra (1999), de Heberto Morales; Nudo de serpientes (2004), de Alejandro Aldana, y Morir al sur (2022), de Gabriel Velázquez, aunque esta última no tiene como pretensión narrar este pasado, sino situar su historia en ese espacio-tiempo. Además, la obra de teatro Acteal. Guadaña para 45 de Héctor Cortés Mandujano dramatiza el contexto zapatista, las estrategias de resistencia indígena y contrainsurgencia del Estado mexicano.

 

Tres

Como desde ya podemos intuir, la época de producción de las novelas y ficciones son las que reconfiguran el pasado, reescriben la historia de las rebeliones y dialoga con la historiografía y los contextos políticos en los que cada una de estas ficciones se inscriben.

Así, por ejemplo, Florinda acentúa el discurso y las representaciones indígenas decimonónicas, que señalaban un enfrentamiento entre la civilización y la barbarie; Oficio de tinieblas se inscribe en discursos oficiales del Estado frente a un nuevo indigenismo en los albores de la segunda mitad de siglo XX, mientras que Los confines de la utopía plantea un despertar indio, producto del activismo campesino e indígena de la segunda mitad de siglo XX, momento de escritura de la novela.

Por otro lado, las novelas sobre el zapatismo muestran las condiciones de clase y las orientaciones ideológicas de sus hacedores, pues, por un lado, representan el desencanto, casi tragedia, de rancheros y pequeños propietarios, quienes fueron despojados de sus propiedades por el Ejército Zapatista, en contraposición a la idea de justicia que este hecho representa.

En cualquiera de los sentidos, lo que puedo decir es que cada novela dialoga en el ámbito de la representación con eso que llaman discursos de sobriedad, encarnados por la ciencia social. Este diálogo obvia las pretensiones de verdad y busca situarse en el espacio de lo simbólico, es decir, en la construcción de sentido y la reelaboración del pasado.

 

 

Léeme en www.zzapping.blogspot.com

Tuiteo como @vlatido

Mis redes: https://linktr.ee/Vlatido

 

 

domingo, 25 de junio de 2023

Literatura, memoria de jardines

 


Zapping

  • Literatura, memoria de jardines

Por @Vlátido

 

Uno

Leí el cuento “Soñarán en el jardín” de Gabriela Damián Miravete. Se trata de una historia de ciencia ficción que coquetea con futuros distópicos, pero recupera la memoria de mujeres muertas, convertidas en hologramas, para sostener el trauma.

            Tan diáfano como lábil, así es el pasado en este cuento. Un tiempo ido que se recupera a través del diálogo holográfico gracias a las argüenderas, adjetivo resemantizado como estrategia para mostrar la herida abierta por el contexto feminicida.

Me vienen a la memoria dos novelas: El invencible verano de Liliana, de Cristina Rivera Garza, y El acontecimiento, de Annie Ernaux. Sobre ellas ya escribí, por separado, en Zapping. Regreso con un comentario a propósito del feminicidio y la violencia contras las mujeres y de la capacidad de la literatura para actuar en la realidad.

 

Dos

La novela de Cristina Rivera Garza aborda el feminicidio de Liliana, hermana de la autora. Es una novela que recupera la memoria de Liliana a través de un diario que ella escribía, y que se complementa con una investigación en la prensa y en los archivos judiciales que llevaron el caso. Cuando leí la novela sentí la impotencia del crimen, además de que el personaje (la persona) resulta entrañable: una muchacha universitaria, estudiante de arquitectura, rebelde, resistente, entregada.

La memoria es el recurso principal de la novela. Esa memoria, un homenaje a Liliana, también es una denuncia contra el feminicida, al que la autora logró rastrear hasta la actualidad. Recuerda la capacidad de la literatura para actuar en la realidad, pues después de la publicación de la novela, muchos lectores en redes sociales denunciaron al feminicida, a quien la propia autora había ya identificado y ubicado en Estados Unidos.

Además, la memoria es una forma de re-existir, una persistencia que celebra la vida de Liliana, su corta vida, y que la trae al presente en un contexto del México feminicida, oportuna no solamente en términos literarios, sino también sociales, pues mantiene vivo el discurso contra los feminicidios e implica al sistema judicial actual que pocos resultados ha dado al respecto.

 

Tres

Por otra parte, la novela de Annie Ernaux, El acontecimiento, también se cimienta en la memoria, pues recuerda el aborto de Ernaux, que seguramente quedó registrado en un diario personal. Otra vez el recurso del diario, en este caso como estrategia de autoobservación. De hecho, su obra ha sido llamada "autosociobiográfica". Lo ha sido con tino debido a que toda ella discurre en la reflexión de lo social a partir de lo personal. En este caso, si bien no se trata de un feminicidio, sí muestra la violencia de género en el contexto del aborto: la soledad, el abandono social y la (dis) recriminación frente a un acontecimiento como éste.

Lo coincidente en ambas novelas y el cuento es el uso de la memoria como una estrategia de resistencia; confirman la actuación de la literatura en lo real, como una estética participativa (extendida, mejor) que elabora y reelabora los discursos sobre la violencia de género y los feminicidios, además de que sitúa al arte, específicamente al literario, como un fuerte dispositivo político.

 

www.zzapping.blogspot.com

Tuiteo como @vlatido

Mis redes: linktr.ee/Vlatido

domingo, 4 de junio de 2023

Hablo por mi diferencia o No me hallo

 

Servando Cabrera, El sacrificio



Zapping

  • Hablo por mi diferencia o No me hallo

Por @Vlátido

 

Uno

Quiero hacer un comentario a propósito del poeta chileno Pedro Lemebel. Lo hago a partir de la pregunta: ¿cómo opera la resistencia y la memoria en la poesía? En un Zapping anterior hice una referencia al libro Los dominados y el arte de la resistencia de James Scott. Vuelvo él, brevemente. Resistir es un arte, y esta resistencia opera a través de dispositivos como la poesía, cuya arma es la metáfora.

            En Manifiesto. (Hablo por mi diferencia), Lemebel testimonia el fin de la dictadura chilena. Ese es su contexto: dictadura y revolución. Su caída muestra una persistencia: la discriminación. Esa es la metáfora. Esa es la queja, la estrategia de resistencia de Lemebel. Su condición homosexual, su estereotipación, la discriminación no concluye por decreto ni por el arribo de las izquierdas. No. Continúa a pesar del discurso del hombre nuevo, de un nuevo mundo después de las dictaduras.

            Así lo expresa:

¿Y entonces?

¿Qué harán con nosotros, compañeros?

¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos

con destino a un sidario cubano?

(…)

Por eso, compañero, le pregunto

¿Existe aún el tren siberiano

de la propaganda reaccionaria?

 

Dos

El poema es un lamento. Muestra una ruptura, la caída de la dictadura; y una continuidad, la discriminación al homosexual. “¿Qué harán con nosotros, compañero?”, dice el poeta, pero quiere decir: “Compañero comunista, no eres un nuevo hombre”. Son las contradicciones de un programa revolucionario, las persistencias ancladas en sociedades patriarcales a las que no les importa más diferencias que las de clase, aquellas que señalan la pobreza material (y qué bien), pero obvian la espiritual.

            Ante ello, el poeta cuestiona, resiliente: “Por eso, compañero, le pregunto”, y al hacerlo resiste, se opone al poder avasallante de una sociedad nueva que se construye sobre los restos del viejo régimen, restos como éste que aún se sostienen, recordando una forma de ser encallada en viejas estructuras mentales.

 

Tres

El poema de Lemebel me recordó la vida y obra del artista plástico cubano Servando Cabrera Moreno. También sufrió discriminación por declararse abiertamente homosexual, a pesar de la aspiración revolucionaria por un hombre nuevo. Servando Cabrera experimentó rupturas en su obra, pues una parte de ella canta a la Revolución, es épica; pero otra parte, posterior a su obra épica, explora los cuerpos humanos, su sexualidad abiertamente homoerótica.

            Conocí la obra de Cabrera en un viaje a Cuba. Visité el Museo Nacional de Bellas Artes en La Habana, y en esa misma ciudad la Casa del Alba y Casa de las Américas. Además, el Museo Servando Cabrera, que resguarda la memoria artística del pintor. Sus huellas pictóricas testimonian las contradicciones de la Revolución, algo así como una relación conflictiva: por un lado, la esperanza de un cambio drástico de las condiciones materiales cubanas, ponderando las clases populares; pero el desencanto ante, otra vez, la idea del hombre nuevo, ese que surge de la Revolución, pero que nada quiere saber del diferente.

            La obra de Servando es un refugio, su refugio, que lo testimonia y representa diferente, y que muestra, cual arco narrativo, el desarrollo de su persona y de su personaje como metáfora de la Revolución.

 

Cuatro

Entre los compas un día me rolaron el disco o caset No me hallo, álbum de El Personal. Se trata de un grupo de rock, foxtrot, reggae y lo que resulte, originario de Guadalajara. En el imaginario esa ciudad está llena de contradicciones. Aunque, ¿qué ciudad no lo está? Buena parte del pensamiento conservador ahí se asienta. Pero también artistas de avanzada, irónicos e irreverentes, disonantes del espacio que los alberga.

            Julio Haro, vocalista y letrista de El Personal, se burló de esa sociedad que lo vio crecer, y defendió a través de la música su homosexualidad. Lo hizo de manera jocosa con sus letras, en las que siempre se asumió outsider, un caminante de las calles tapatías, llenas de jotos, como reza una de sus letras.

            Su primer disco, y único grabado en estudio con la voz de Julio Haro, significó una bocanada de aire fresco para el rock mexicano. Supo amalgamar música chingona con un discurso político resistente, es decir, contra las buenas conciencias que avasallan desde cualquier tipo de institución social, incluido el arte.

Escucha La tapatía




 

Léeme en www.zzapping.blogspot.com

Tuiteo como @vlatido